Hace un tiempo que mi conexión con los arboles es cada vez más fuerte, tres o cuatro veces a la semana me tomo un tiempo para ir a meditar debajo de un árbol. Me es más fácil enraizarme y conectar con la energía del cielo si lo hago apoyada sobre el tronco.
Le pido permiso al árbol para respirar con él y me conecto desde el corazón. Me lleva muy pocos minutos sincronizarme a su ritmo; esos 15 o 20 minutos de meditación me alinean y me equilibran cuando me encuentro un poco destartalada, son como una sesión de sanación energética intensiva.
Desde que recibí Munay Ki en el 2010, mi conexión con la madre tierra y todos sus reinos se hizo muy fuerte, especialmente con las plantas, los árboles y animales. Físicamente puedo sentir cómo me sana sentir los diferentes aromas de las rosas del Rosedal de Palermo.
Me siento una guardiana de la tierra y soy una “Treehugger” a mucha honra!
Literalmente necesito cada tanto abrazar o conectar con los árboles. En plena ciudad no es tan sencillo, todavía me da un poco de vergüenza “hacer cosas raras” en la vía pública, por eso a veces me hago la que miro algo en mi zapato mientras me apoyo con una mano en un árbol de la calle y disimuladamente le paso reiki, símbolos de luz, energía de sanación, etc.
Los arbolitos de la ciudad tienen mucho trabajo al transmutar las densas energías y producir oxigeno limpio con tanto smog. Al tocarlos les agradezco lo que hacen por nosotros.
Aquí les dejo un artículo muy bueno sobre el tema, y les recomiendo conectar con estos hermosos seres, tienen mucho para enseñaros y brindarnos si los sabemos escuchar.
Bendiciones,
María Laura.
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